lunes, 9 de diciembre de 2013

Partidocracia


Por Juan Luis Denegri Martinelli
La política partidaria inexistente en el Perú conlleva a un   desorden en la gobernabilidad


Los partidos políticos son instituciones que contribuyen a la construcción de democracias estables. Funcionan cuando de manera natural sirven para canalizar los intereses y las intenciones de la población. Sin embargo, cuando existe un divorcio entre la política y la vida de la gente, entonces el sistema de partidos se vuelve precario. Mientras tanto, la necesidad de canalizar esos intereses persiste y debe buscar alguna forma o camino para acceder al poder.

En el Perú el sistema de partidos nunca se ha formalizado y durante los años 90, simplemente fue pulverizado. El voto preferencia, el sistema de distrito electoral único y el discurso anti-sistema redujo a los partidos y consolido el poder del Estado en manos de la tecnocracia apolítica. El resultado, fue la precariedad institucional y la ausencia de mecanismos de responsabilidad. El único resabio de responsabilidad política que pudo sobrevivir fue la responsabilidad personal, que necesariamente está vinculada con la responsabilidad penal. Los gestores del antisistema noventero pagaron sus faltas en la cárcel. Ignoro al movimiento fujimorista porque adolece de coherencia ideológica u orgánica, son básicamente un equipo de defensa político legal del régimen.

Como contrapartida, surgió un sistema controlista y sancionatorio plasmado en la Ley de Partidos Políticos. Se elevaron los requisitos y fundaron un sistema hostil a las nuevas empresas políticas. El objetivo era evitar la dispersión electoral, cerrarles el paso a los caudillos y consolidar (por defecto) a las instituciones políticas que sobrevivieron al fujimorismo. Sin embargo, no existió una reforma real del sistema de partidos. Hoy por hoy, no existen las vías para que los ciudadanos puedan fácilmente acceder al poder, sea para participar de él o para ser escuchados por él.

El diseño del sistema hace que sea más fácil para los ciudadanos postular en elecciones a través de alianzas o movimientos, que tentar la militancia y recorrer el largo camino hasta llegar a la cúpula. Las democracias partidarias son en su mayoría arbitrarias, repletas de aristas, preferencias y objeciones. Por otro lado, las nuevas corrientes políticas deben cargar con un proceso engorroso de firmas y formalidades que les impide probar suerte en las elecciones. Además, los actuales partidos deben, cada cinco años, sortear esa espada de Damocles del 5% que puede eliminarlos del registro electoral. Tenemos en síntesis, un sistema hostil a la iniciativa política.

¿Para qué eliminar las inscripciones políticas cada 5 años, si es el electorado quien, directamente debe decidir sobre la vigencia de los partidos? ¿Por qué burocratizar las inscripciones de nuevos partidos, si la democracia debe, en cada proceso, determinar quiénes valen y quienes no? ¿Por qué no forzar a los partidos a llevar elecciones internas supervisadas por la ONPE para elegir sus cargos internos y/o externos?

En el país de la pendejada, donde la informalidad clamorosa siempre busca las grietas y pasadizos para evadir la ley, todas las restricciones se vuelven inútiles. Actualmente tenemos 17 agrupaciones inscritas y 12 en proceso de inscripción, entre las cuales encontramos desde Perú + de PPK hasta Partido Político Nacional Perú Libre o Triunfa Perú. Además, siendo el país de los outsiders, la improvisación y la sorpresa están engranadas en el ADN de nuestro sistema político.

Frente a la problemática, los partidos tradicionales y los partidos serios que están por surgir, no deben levantar paredes y barreras para defender el “Club de los inscritos”. La verdadera tarea es ganar la ansiada (y ausente) conexión con el electorado.
Necesitamos construir un sistema de partidos que pueda ser flexible y que puede adaptarse a los requerimientos de la ciudadanía. Si esto significa que los partidos deban esforzarse más para captar la sintonía de la gente, entonces que así sea. Sin embargo, el sistema no puede establecer barreras adicionales a la voluntad de la gente.

2 comentarios:

  1. Me quedo con este enunciado ; En el país de la pendejada, donde la informalidad clamorosa siempre busca las grietas y pasadizos para evadir la ley, todas las restricciones se vuelven inútiles.

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