Por Antonio Castañeda Cabanillas
Trujillo
Carlín y sus acertadas intervenciones en política a través del dibujo. |
Existe un consenso acerca de las bondades de tener un adecuado Sistema de Partidos debido a lo que significa para la estabilidad democrática y gobernabilidad del país. Piénsese en un sistema con pautas estables y previsibles que tiendan a dar funcionalidad a los partidos, logrando que estos puedan cumplir efectivamente sus obligaciones en la sociedad, redundando directamente en la calidad de la democracia y consecuentemente en el Sistema Político.
Pues bien, el día de ayer se publicó en este blog un artículo de Juan Luis Denegri titulado “Partidocracia”, en el que se expresó el punto de vista del autor acerca de algunas de las características que debería tener, en su opinión, el Sistema de Partidos en el Perú. Fue un artículo interesante, del cual difiero abiertamente en su contenido, por las razones que señalaré a continuación, no sin antes decir que este ensayo se realiza con el más amplio respeto a la pluralidad de ideas y bajo el paraguas que nos da este blog dirigido al análisis, crítica constructiva y propuesta. Siendo así, empezaremos reseñando el punto de vista de Juan Luis sobre este tema, para luego dar el nuestro.
Es así que el mencionado autor afirma, después de hacer un diagnóstico del sistema de partidos en el Perú, que no se deberían levantar barreras legales para el acceso de los partidos políticos a la contienda electoral, y que debe ser el elector quien decida qué partido se va o se queda -pero no el Estado- en ese sentido, no debería haber restricciones como el requisito de las firmas para inscribir una organización política que les impide “probar suerte en las elecciones” o el de superar el 5% de los votos válidos en una elección para poder mantener la inscripción electoral del partido. Por último, afirma que necesitamos un sistema de partidos que pueda ser “flexible” y que pueda adaptarse a los requerimientos de la ciudadanía, pero no debe establecerse barreras adicionales a la voluntad de la gente. En síntesis, deberían darse las condiciones para que haya más partidos políticos en el sistema y que sea pues el elector quien decida el que se queda o se va, pero no el Estado a través de su burocracia.
Como anticipé, difiero diametralmente de este punto de vista, y no por defender al Estado sino al propio sistema. La idea de tener un sistema de partidos “flexible” al grado de reprochar imposición de reglas legales para regular el ingreso y salida de los partidos dejándolo únicamente a merced de la inmaculada voluntad de los ciudadanos, es tan idealista-romántica- como perniciosa. La proliferación de partidos políticos, conocida también como “Fragmentación del Sistema de Partidos”, no es la única forma en que se puede manifestar un alto interés y participación política de la ciudadanía, porque este interés bien se puede canalizar con un número reducido de organizaciones políticas. Ante esto se debe decir que no por tener más partidos vamos a tener una mejor democracia – objetivo que también busca el sistema de partidos. Aquí, “Más” no es sinónimo de “Mejor”, por el contrario, la evidencia empírica demuestra que tener muchos partidos en un sistema podría terminar siendo nocivo para su funcionamiento y hasta puede causar la disolución del mismo.
Siguiendo a Fernando Tuesta (2011), cuando un sistema de partidos tiene un número superior a 5, su funcionalidad queda impactada negativamente si no se logra llegar a acuerdos. La experiencia reciente que tenemos en el Perú es contundente, y no deja espacio a dudas. En el conocido escándalo de “La Repartija” ocurrida hace unos meses en el Congreso de la República se evidenció que las 8 bancadas parlamentarias que actualmente tienen representación, no pudieron ponerse de acuerdo en la elección de importantes cargos para el país. La razón de esto es muy simple, cada una de ellas tenía pues distintos intereses políticos, distinta ideología y representa a sectores diferentes de la sociedad, todo lo cual impuso al momento del diálogo y negociación, teniendo como resultado, el que ya todos sabemos. Nuevamente aquí, “Más no es sinónimos de Mejor”.
A nivel de América Latina, Daniel Buquet (2012) señala que el multipartidismo no genera problemas de gobernabilidad siempre y cuando se logren formar coaliciones multipartidarias de gobierno. La experiencia en Brasil y Chile demuestra que esto es verificable, ya que en estos países ha existido una fragmentación muy alta en los últimos 20 años, incluso muy superior a la del Perú – lo cual es llamativo- en este mismo periodo -según datos del propio autor- pero que a diferencia del nuestro, aquellos gobiernos sí pudieron concretar grandes coaliciones que permitieron dar la estabilidad democrática que se necesitaba, y lograr los consensos necesarios para la marcha del país a pesar de tener un número excesivo de partidos en su Congreso. En el Perú, estas coaliciones no se han concretado, es más, el actual partido de gobierno tiene una alianza formal sólo con la -venida a menos- bancada del Partido Perú Posible, siendo que las demás bancadas parlamentarias muestran su apoyo de forma itinerante, dependiendo de la compatibilidad con sus intereses. En pocas palabras no tenemos, la estabilidad política deseada y una de las causas es justamente la fragmentación partidaria que vivimos.
Por último, otra de las experiencias que nos servirían de mucho para aprender es la Colombiana (Casas y Zovatto, 2011), en la que después de flexibilizar su sistema de partidos abandonando su bipartidismo secular entre el Partido Liberal y Conservador, permitió la entrada a la contienda electoral de diversas Organizaciones incluso “no políticas”, como “Movimiento Sociales”, “Grupos Significativos de Ciudadanos”, entre otros, con la excusa de ser necesaria una mayor participación política de los distintos sectores de la sociedad, teniendo éstos derecho a proponer candidatos para las elecciones en que participen, lo que generó que tengan en promedio hasta 47 Organizaciones representadas en su Congreso hasta el año 2005, lo que produjo la licuefacción de su sistema de partidos en la década anterior.
Queda claro entonces que pedir flexibilizar el sistema de partidos para atraer el ingreso de más partidos con el ánimo de mejorar su funcionamiento, es una receta perniciosa que puede traernos más problemas de los que tenemos ahora.
Bibliografía
Buquet, D. (2012). Elecciones y Democracia en América Latina. En J. N. Elecciones, Calidad de la Democracia en América Latina (Vol. Revista de Derecho Electoral año 6 N° 6, págs. 16-17). Lima, Perú.
Casas, Kevin; Zovatto, Daniel;. (2011). Para Llegar a tiempo. Apuntes sobre la Regulación del Financiamiento Político en América Latina. En P. Gutierrez, & D. Zovatto, El financiamiento de los Partidos Políticos en América Latina. México D.F., México: IDEA Internacional; OEA; UNAM.
Soldevilla, F. T. (2012). Informe Final sobre la Ley de Partidos Políticos y otros artículo electorales. Lima: Friedrich Ebert Stiftung. Obtenido de http://www.fes.org.pe/descargasFES/Informe%20final%20LPP%20F.%20Tuesta.pdf
Me quedo con este parrafo ... Queda claro entonces que pedir flexibilizar el sistema de partidos para atraer el ingreso de más partidos con el ánimo de mejorar su funcionamiento, es una receta perniciosa que puede traernos más problemas de los que tenemos ahora.. Antonio Castañeda Cabanillas Actualmente es militante y coordinador de formación de la organización política "Ciudadanas y Ciudadanos"..... je .. Si Antonio tienes mucha razonnnnnn. Saludos y exitos.
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