miércoles, 20 de noviembre de 2013

TODO EMPIEZA POR CASA: LA FAMILIA COMO FACTOR FUNDAMENTAL EN LA EDUCACIÓN


Por Ana Carolina Rivera Gamarra

Por la tarde al llegar del trabajo, compartía momentos con mi sobrina de dos años, la pequeña Daniella, que para su corta edad, habla bastante claro y entiende muy bien. Ella preguntaba por los adornos de la mesa del centro, y como ya en varias oportunidades le había dicho que con los adornos no se juega, ella misma me decía: tía, con esto no se juega porque se rompe. Y recordé de pronto un episodio, en el cual me encontraba de visita en casa de una familia, donde una pequeña jugaba con los adornos de una mesa similar a la de mi casa, terminando por romper uno de ellos, y la madre lejos de enseñarle, le aplaudía la proeza. Pensé entonces cuán importante era la visión de familia.
Los primeros años de vida, son fundamentales para la formación, y es la familia la que acoge al pequeño para enseñarle las reglas básicas de convivencia y lo forma en los principios que guiarán su conducta a lo largo de su vida. El niño viene al mundo indefenso, y es además puro, la primera imagen con la que se encuentra es la de la madre, y lo primero que aprende, definitivamente lo hace en su familia. Éste es como una esponja, absorbe pronto, y entonces si se le enseña, aprenderá y además hará suyas las enseñanzas si el padre o quien le tenga a cargo, le educa sobre todo con el ejemplo. Si el niño observa comportamientos violentos los asume como normales, si no se le enseña reglas tan básicas como pedir por favor o agradecer, será difícil que con el paso del tiempo de manera imprudente y poco gentil, si no le pone un alto, asuma que todo lo puede, que todo lo merece y se volverá tirano.
He sido testigo de casos, en donde algunos padres han dejado de asumir su rol guía, para dejar que los hijos se conduzcan bajo las riendas de sus deseos. Si bien es cierto, se debe dejar un margen razonable para que los hijos desarrollen su personalidad, es menester que el padre asuma su rol, enseñe, aconseje o corrija cuando deba hacerlo. Si no se educa a tiempo, probablemente este niño, crecerá sin plantearse límites, y sus patrones de comportamiento transgredirán las normas sociales; y ya adolescente o adulto será difícil cambiarle las actitudes. El niño aprende, sólo que hay enseñarle.
No podía dejar de mencionar en esta reflexión, a la escuela, que también juega un papel fundamental, es el llamado segundo hogar, pero de ninguna manera suple a la familia. Su misión es reforzar los valores aprendidos ya en casa, velar porque el educando los aplique y procurarle los conocimientos, la formación elemental. Sin embargo, de nada sirve enviar al hijo a la escuela más cara, porque esto no le asegura que en el futuro sea realmente una persona de bien. Y cuando digo bien, no me refiero a alcanzar solvencia económica, sino a ser un ser humano de calidad. En este sentido, es que estoy convencida de que los momentos en familia, y una educación que instruya con amor son el mejor alimento para un hijo. Hijo, que forma parte de nuestra sociedad, y que seguramente cuando se desenvuelva en la misma será el reflejo de lo que aprendió en su hogar.
Hoy, que los noticieros nos invaden con crímenes que involucran incluso a hijos violentando a sus padres, es necesario regresar la vista sobre esta institución y la necesidad de promocionar los valores dentro de ella, a generar conciencia en sus miembros, en especial en quienes asumen la paternidad, a actuar con menos indiferencia y con mayor compromiso en la educación de sus hijos. La sociedad se los agradecerá, y sus hijos también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario