Por: Juan Luis Denegri Martinelli.
Muy poco se ha dicho sobre la Universidad en los últimos años. El Perú cuenta con 76 universidades. Entre las públicas los niveles varían dependiendo a las especialidades y a sus tradiciones, entre la privadas abundan las filiales y los centros que ofrecen “certificados de mediocridad”. Mientras tanto muchos sectores estudiantiles acusan la abundancia de universidades mediocres a las “malditas” normas promovidas por el régimen Fujimorista que permite la existencia de Universidades empresa, afirmando que este es un contrasentido. Se dice que la proliferación de universidades causa un decaimiento en la calidad profesional y la ilusión del diploma profesional es aprovechada por micro-corporaciones para hacer su agosto sobre el anhelo de superación de muchos jóvenes.
En paralelo, el Estado, a través del Legislativo y el Ejecutivo, siembran universidades por doquier. Todos tienen derecho a tener una universidad en la esquina de su casa, parecen afirmar. Sin embargo, la calidad de enseñanza de las flamantes creaciones, a pesar de sobre pasar en calidad logística a muchas universidades privadas, la calidad es igual de mediocre, la diferencia es que el costo lo pagamos todos los ciudadanos y los resultados también. Al final tenemos el enjambre de 76 universidades, donde pocas destacan y la educación superior sigue en declive.
Para solucionar el problema, se tienen que ensayar varias fórmulas. En lo personal, no tengo una opinión favorable a la creación masiva de universidades. Sin embargo, debemos entender también que el aumento exponencial ha podido canalizar los deseos y expectativas de la ciudadanía. Es claro que los peruanos necesitan tecnificarse y quieren superarse para enfrentar los retos laborales que el futuro les depara. Para esto, han tomado lo que hay y lo que se presentaba en el camino, sin importar la calidad de esta nueva oferta.
En ese contexto, para lograr el cambio en la universidad, se deben derrumbar ciertos mitos. El principal, la educación universitaria es superior a la técnica. Los países necesitan profesionales técnicos y universitarios para responder a las necesidades del crecimiento económico. Con un déficit importante de mano de obra tecnificada, el Perú ha tenido que importar profesionales técnicos en distintos rubros. Mientras tanto, el Ministerio de Educación ha burocratizado el desarrollo de institutos y les ha impedido brindar respuestas rápidas a las demandas del mercado creciente. En ese sentido, si queremos una reforma seria debemos repensar el sistema de educación superior como un todo.
Por otro lado, se debe atacar el tema del sector privado y las universidades que ofrecen diplomas pero cuyo nivel académico es de una calidad deplorable. Contrario a lo que cree mucha gente, la solución no es eliminar el lucro de la educación, desaparecer la universidad empresa o cerrar universidad, aquí la respuesta es más libertad. El mercado educativo reside tiene dos caminos, el de la excelencia educativa y el de la masificación para garantizar ganancias.
Hoy un grupo de universidades privadas compiten, mejorándose, renovándose, contratando mejores profesores, invirtiendo más investigación, para de esta forma atraer más alumnos. En ese mundo, la mejor universidad es aquella que puede vender su nombre como garantía de buenos profesionales, de esta forma el mercado laboral abrirá sus puertas a sus estudiantes. Es más, muchas universidades privadas ofrecen programas educativos completamente internacionalizados, que le permiten al estudiante no sólo obtener un título peruano, sino un extranjero. Sin embargo, hay otras universidades que buscan reducir costos, aumentar vacantes y solo son máquinas de dinero, que venden, cual indulgencia medieval el diploma universitario.
La gran brecha que se abre entre las universidades que aspiran a la excelencia y las que aspiran a la masificación es notable. En ese sentido, no basta que el mercado responda, no es suficiente informar a la gente sobre el valorar de los distintos diplomas universitarios. Necesitamos construir un sistema de colaboración universitaria que permita la movilidad docente y estudiantil en todo el país, para que se compartan las experiencias y se rompan los mitos locales. A diferencia del resto de instituciones que operan en el mercado, la competencia no es la solución, sino lo es la colaboración. Esa fue la clave del proceso de Bologna, donde hubo una profunda integración y se crearon sistemas como Erasmus o Sócrates que permitieron fundar los cimientos de una sola universidad europea. Ese es el reto que nos espera.
En efecto, es necesario derrumbar el mito de que la educación universitaria es superior a la técnica. En países como el nuestro en donde la investigación y la aplicación científica brillan por su ausencia, se hace escarnio del segundo cuando tiene el mismo nivel científico del primero. Pero, priorizar la cooperación a la competencia no sería correcto. Son dos mecanismos que deben andar de la mano. En cambio, alentar la cooperación en nuestro país, pienso que es correcto dada la inmensa cantidad de capillas que se han creado. Por otro lado, debemos hacer la diferencia entre educación y formación profesional. Las universidades son centros de formación profesional por excelencia. Saliendo un poco del plato, ¿nuestro ministerio debería llamarse de “educación” o de “formación profesional”?
ResponderEliminarSiempre habrá competencia en el mercado, sin embargo, la colaboración en educación puede traer amplias ventajas competitivas. Tal vez debí ser más preciso, en el sector universitario hay distintos niveles de competencia. No todas las universidades se disputan el mismo mercado y eso abre el espacio ideal para la cooperación.
ResponderEliminarLa oferta universitaria siempre será plural y heterogénea, eso permite que crezcan aprovechando sus fortalezas y debilidades. Por eso en Europa se apoya mucho los dobles títulos o los títulos conjuntos.
Con respecto a lo segundo. La universidad no sólo es formadora profesional, sino también creadora de conocimiento. Todas deben cumplir con lo primero, pero no todas deben necesariamente cumplir con lo segundo. La tendencia actual es imponer la investigación, sin embargo, antes que investigación debemos garantizar la formación profesional de calidad.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con la dupla formación e investigación. Esto me recuerda a lo que he propuesto como un nuevo modelo del sistema educativo. En corto, desde 0 a los 8 años se debe reconocer las habilidades del niño. Desde los 9 hasta los 15 se debe reforzar sus habilidades y competencias . Es decir, a los 15 años ya debe ser un doctor en su especialidad. Y una vez llegado a ese punto es que la persona estaría apta para ingresar a la Universidad. Ya no para formarse, puesto que ya lo está y en su máxima expresión. Es para elaborar los nuevos bienes que la sociedad requiere; es decir, los descubrimientos, creaciones, innovaciones e invenciones. Cada uno de ellos es un nuevo bien dentro de la nueva economía inmaterial, a la que ya la Humanidad ha ingresado. Este es el cuadro del nuevo sistema "educativo" que deberíamos adoptar si queremos tomar la delantera o salir del atraso.
ResponderEliminarInteresante propuesta. Por el momento la tendencia es depender de la libre elección de los ciudadanos. Por lo tanto, se construyen sistemas más flexibles que producen profesionales altamente competitivos e investigadores, no siempre en proporciones iguales. Por eso se señala que la mejor forma de promover la investigación es creando incentivos que puedan competir con la oferta laboral profesional.
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