Por Juan Luis Denegri Martinelli
El Perú se encuentra transitando uno de sus mejores momentos, sin embargo los éxitos comerciales y económicos, no se traducen necesariamente en mejoras sociales y culturales. El ejemplo más claro es la ciudad de Lima. Un monstruo de 7’ 605, 742 habitantes que se desgarra todos los días en el caos y la inseguridad. La ciudad es el reflejo del pensamiento del siglo 20 que no nos atrevemos a desterrar o a cambiar por una idea de ciudad moderna e inclusiva. Ese pensamiento no se resume en palabras, sino en ladrillo y cemento. Es un pensamiento que se construye a través de la obra desarticulada y masiva, cuyos efectos son paliativos y efectistas. Como consecuencia, los ciudadanos de Lima hemos vivido embobados por los parches.
No obstante, en la actualidad existen un número de proyectos de inversión millonarios que podrían darle a la ciudad un nuevo rostro. En ese contexto, lo que la ciudad necesita es voluntad política, capacidad de gestión y una clara visión de futuro. Estos son los tres fundamentos sobre los cuales se debe construir una ciudad inclusiva y habitable. Adicionalmente, como eje transversal debemos ejercer de manera activa la transparencia y la fiscalización.
La línea que debemos recorrer como ciudadanos es clara y nos enfrentaremos a la disyuntiva de futuro el 2014. En ese sentido, los vecinos de la cuidad tendremos la oportunidad de exigirles a los políticos una visión clara de ciudad, que no se agote en una sola gestión. Por ello, sería absurdo creerles cuando nos digan que no irán a la reelección. La ciudad necesita de la reelección, tal vez no de alcaldes, pero sí de equipos de gestión. Necesitamos una reelección honesta y comprometida. No la reelección de siempre, que empieza por la negación.
Si no somos conscientes de esto, la ciudad seguirá creciendo de manera desordenada y si los municipios distritales seguirán siendo feudos privados, donde el ejercicio de la función pública se pone al servicio de la gestión del alcalde y los regidores tienen sólo un poder mediático. Entonces la ciudad seguirá creciendo y asfixiando a sus ciudadanos.
Hay tiempo suficiente, entre las elecciones de noviembre y las municipales del próximo año para comprometernos como ciudadanos y dejar de votar por trivialidades televisivas. Las mismas que ayer nos trajeron una gestión villaranista incapaz de enfrentar con decisión los desafíos que la ciudad guarda para sus gestores. Es necesaria una gestión que conozca el manejo municipal, que sepa priorizar las necesidades sociales, que impulse proyectos como barrio mío y que acabe con el letargo burocrático, en otras palabras, necesitamos gente que sepa gobernar y se haga cargo, no de los parches, sino del destino de la ciudad.
No obstante, en la actualidad existen un número de proyectos de inversión millonarios que podrían darle a la ciudad un nuevo rostro. En ese contexto, lo que la ciudad necesita es voluntad política, capacidad de gestión y una clara visión de futuro. Estos son los tres fundamentos sobre los cuales se debe construir una ciudad inclusiva y habitable. Adicionalmente, como eje transversal debemos ejercer de manera activa la transparencia y la fiscalización.
La línea que debemos recorrer como ciudadanos es clara y nos enfrentaremos a la disyuntiva de futuro el 2014. En ese sentido, los vecinos de la cuidad tendremos la oportunidad de exigirles a los políticos una visión clara de ciudad, que no se agote en una sola gestión. Por ello, sería absurdo creerles cuando nos digan que no irán a la reelección. La ciudad necesita de la reelección, tal vez no de alcaldes, pero sí de equipos de gestión. Necesitamos una reelección honesta y comprometida. No la reelección de siempre, que empieza por la negación.
Si no somos conscientes de esto, la ciudad seguirá creciendo de manera desordenada y si los municipios distritales seguirán siendo feudos privados, donde el ejercicio de la función pública se pone al servicio de la gestión del alcalde y los regidores tienen sólo un poder mediático. Entonces la ciudad seguirá creciendo y asfixiando a sus ciudadanos.
Hay tiempo suficiente, entre las elecciones de noviembre y las municipales del próximo año para comprometernos como ciudadanos y dejar de votar por trivialidades televisivas. Las mismas que ayer nos trajeron una gestión villaranista incapaz de enfrentar con decisión los desafíos que la ciudad guarda para sus gestores. Es necesaria una gestión que conozca el manejo municipal, que sepa priorizar las necesidades sociales, que impulse proyectos como barrio mío y que acabe con el letargo burocrático, en otras palabras, necesitamos gente que sepa gobernar y se haga cargo, no de los parches, sino del destino de la ciudad.
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