Por Jorge Contreras Tacilla
Trujillo-Perú
(Estudiante de derecho en la Universidad Nacional de Trujillo. Representó a la Universidad Nacional de Trujillo como Jefe de Delegación tanto en el XXX Modelo de la Organización de los Estados Americanos (Bolivia, 2012) como el XXXI Modelo de Organización de los Estados Americanos (Washington, 2013), además de haber participado en el II Torneo de Debate Interuniversitario en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Es miembro de la Red de Becas Botín, Círculo de Debate y Argumentación de la Universidad Nacional de Trujillo, Programa de Estudios Internacionales por la Justicia y los Derechos humanos de la citada universidad, Grupo Alumni-Trujillo de la Escuela de Formación Política de Humanismus Instituto Humanista y la Fundación Hanns Seidel de Alemania y exintegrante del Centro de Estudios Internacionales “Carlos García-Bedoya Zapata”. Ha sido becado en varias oportunidades lo que ha permitido desarrollar su perfil profesional, entre los que tenemos la “IV Edición de la Beca Botín para el Fortalecimiento de la Función Pública en Latinoamérica” (Estados Unidos, España, Bélgica y Brasil), “Doing Bussiness in Brazil Program” (São Paulo, Brasil), “Ética como fundamento de la Gobernanza” (Sevilla, España), “Diplomado en Formación Política” (Trujillo), “IV Curso de verano en Derechos Humanos” (Lima), “III Curso de verano en Derechos Humanos” (Lima), “III Edición del Programa Universidad de la Libertad: Libertad para ganarle a la pobreza” (Lima).)
Es el primer artículo que escribo para Perú285 y trato que la indignación no sea leitmotiv de lo que siento como latinoamericano por lo que viene sucediendo en el hermano país de Venezuela, pero es bastante difícil y lo es por la sencilla razón que no solo hablamos de seres humanos que mueren día a día a causa de la violencia, que de por sí ya es grave, sino de la existencia de todo un andamiaje gubernamental que hace de la represión un lenguaje nefasto para dar respuesta a una población descontenta, entre los que se destaca un gran número de estudiantes universitarios, que motivados por la crítica situación del país han salido a las calles a mostrar su rechazo al gobierno de Nicolás Maduro por el desgobierno que existe manifestado en la inseguridad ciudadana junto a la impunidad rampante que existe, corrupción imparable, manejo socio-económico irresponsable y lo que considero a grandes rasgos aniquila de plano su legitimidad: la falta de credenciales democráticas.
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Una marcha pacífica a nivel nacional sería el fin del gobierno de Nicolás Maduro. |
Inseguridad ciudadana, según el informe publicado por Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) el año 2013 cerró con un total de 24 mil 763 muertes violentas, lo que se traduce en 79 fallecidos por cada cien mil habitantes, a cuentas claras: el 12% de las muertes que se producen en Venezuela se producen por hechos violentos y la tendencia es al alza. Pero si esto de por si es especialmente complicado, lo es aún más la impunidad que acompaña a estas alarmantes cifras, por ejemplo si hablamos de homicidios tenemos que en el 92% de ellos no hay ni siquiera una persona detenida, eso hace que los delincuentes sientan que no hay ninguna posibilidad de ser capturados, tenemos entonces que juntando muertes violentas e impunidad resulta “destrucción institucional” tal como afirma Roberto Briceño León del OVV.
Corrupción imparable, problema cuyo combate frontal fue promesa del otrora candidato Chávez, que luego de años en el gobierno, terminó admitiendo que fracasó, siendo en la actualidad más grave aún, y del que el actual presidente Maduro se ha pronunciado en noviembre de 2013 anunciando una “ofensiva estremecedora” contra ella. Lo cierto es que desde hace varios años Venezuela sigue a la cabeza de la corrupción en Latinoamérica (Transparencia Internacional, 2013), pasando de un desvío del 30% del presupuesto nacional en la era bipartidista pre-Chávez (Acción Democrática y Copei) a un 60% en la actualidad, lo que equivale a 500 000 millones de dólares perdidos por corrupción, tal como sostiene el especialista de la Universidad Central de Venezuela Trino Alcides Díaz.
Manejo socio-económico irresponsable, tópico que desata pasiones inclusive en el campo ideológico, tenemos pues éxitos que no se pueden esconder y que representan grandes victorias del modelo como haber reducido la pobreza a la mitad (Banco Mundial, 2009), que sea el país con menor desigualdad y con la distribución de la riqueza más justa de América Latina (CEPAL, 2010), que haya erradicado prácticamente la desnutrición (Banco Mundial, 2010) entre otras hazañas que benefician principalmente a los sectores pobres. El problema aquí surge por dos cuestiones con las que el gobierno no ha sabido lidiar, la primera es la escasez de productos de primera necesidad entre los que se destacan la leche, el aceite, el azúcar, medicamentos entre otros y lo segundo que está directamente relacionado es la inflación in statu crescendo que llega 56,2% en la actualidad. El gobierno en una actitud necia y vehemente continua con el control de precios pretendiendo imponer sus reglas a la dinámica económica actual, haciendo día con día más grande el problema.
Finalmente la falta de credenciales democráticas, lo que según sostengo es el problema global y cuya análisis merece un artículo aparte. Acuso pues su falta de legitimidad, no porque no haya ganado las últimas elecciones como mandan las reglas democráticas, sino porque el gobierno venezolano no puede ser democrático mientras no exista una división de poderes clara, en la que no exista una “ley habilitante” que empodere más aún la figura del presidente dándole prerrogativas legislativas propias de su Asamblea Nacional y mientras que no exista un respeto a los derechos humanos que garantice no solo que estos no se violenten (como puede pasar en cualquier país de Latinoamérica) sino que en caso de que se produzca una violación a estos exista un garantía real de resarcimiento y determinación de responsables, cuestión que difícilmente se da en Venezuela, solo por citar como ejemplo recurrente la violación a la libertad de expresión materializada en la falta de cobertura que se da a las manifestaciones de febrero censuradas por el gobierno por “incitar a la violencia”. Demás esta mencionar que la Corte Interamericana ya no tiene competencia para juzgar violaciones a los derechos humanos en Venezuela, pésimo ejemplo en Latinoamérica.
Quiero terminar mencionando que si bien es cierto Venezuela atraviesa una situación difícil, no menos cierto es que la propia población organizada tiene la llave para salir de esta mediante manifestaciones pacíficas, esto en un escenario hipotético donde los cuatro representantes del ejercito retiren la confianza al presidente Maduro, escenario improbable en definitiva. Mientras tanto guardo aún fe de que el gobierno sepa escuchar y retroceda en su intento de aniquilar la ya alicaída democracia venezolana, pues no se trata de gobernar para la mitad más uno del país sino para el bienestar de todos, la violencia represiva no solo lo deslegitima ante los suyos sino ante toda la comunidad internacional. Me quedo con la frase de Simón Bolívar: “Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”.