lunes, 3 de marzo de 2014

El problema es Ollanta, no Nadine.


Por Antonio Castañeda Cabanillas
Trujillo-Perú

PD: Felicidades a Toño por ser admitido en la Maestría de Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Nadie votó en sufragio popular por la ahora Presidente del PNP

Ya está claro a estas alturas, hay alguien en el Poder Ejecutivo que sin haber postulado en las elecciones del 2011 obtuvo un cargo bien ponderado en la más alta esfera de la administración pública: Nadine Heredia. La pregunta es: quién la eligió, quién votó por ella, pues fácil, nadie lo hizo. Cesar Villanueva, ex Jefe del Gabinete, es su última víctima, porque ella no tiene quien la frene o domine, es implacable en sus decisiones, y no quiere nadie quien le haga sombra, no titubea – a diferencia del presidente- no le tiene miedo a nadie- a diferencia del presidente- no tartamudea – a diferencia del presidente- tiene carácter y pasta de líder – a diferencia del presidente, trata de tú a tú a los ministros, les da luz verde o roja, opina sobre los temas más importantes del país, le gustan las cámaras tanto que bien podría integrar uno de los realitys de los que ahora abunda en la televisión. Yo creo que la hace.

Volviendo a la seriedad, este poder de facto que tiene la primera dama del que todos hablan y reconocen -menos el propio gobierno como es previsible- tiene su origen en dos taras que adolece el presidente, el primero de ellos es su falta de liderazgo evidente. Ollanta no es un líder, nunca lo fue, por el contrario siempre estuvimos ante una ovejita con el disfraz de león, por eso ahora no se siente a la altura de la responsabilidad que le tocó asumir el 2011, tengo la impresión que no se la cree, se mira al espejo todos los días y se dice con voz temblorosa ¡Y ahora qué hago, soy presidente! El verdadero Ollanta es el que vimos en los debates presidenciales contra Alan García y Keiko Fujimori -2006 y 2011, respectivamente- que no podía hilvanar frase alguna sin enredarse o trabarse, ese es el que ahora nos gobierna. Lo he visto cada vez que sale a declarar a los medios y veo en él a una persona sin confianza en sí mismo, nerviosa, y ansiosa – repito, no se la cree- tal vez para cubrir este problema decidió ingresar de joven a las fuerzas armadas, pero no mejoró, pudo encubrir su personalidad por un tiempo, pero ahora como un ciudadano más, Ollanta vuelve a ser el que siempre fue. Me pregunto, cómo un gobernante con esta personalidad puede decidir firmemente si saca adelante las inversiones que están estancadas y en las que hay problemas socio ambientales por las que debe tomar una decisión, sí o no y punto, la respuesta es que no está en capacidad de tomar estas decisiones, se muere de miedo. Esta característica personal del presidente hace necesario que su esposa, Nadine Heredia, cubra sus vacíos; ella que lo conoce muy bien, como se ha dicho al inicio, tiene las características personales inversas a la de su marido, tiene las cosas claritas y se cree presidenta – se la cree, se siente capaz de hacer y deshacer a su antojo e intenta ayudar a su esposo para que éste tome decisiones. Por eso Nadine en los hechos es quien nos gobierna, él no.

El otro aspecto que considero ha generado la irrupción de la primera dama como consultora de los ministros, capaz de dejar sin trabajo a los Jefes de Gabinete, y decisora válida acerca del rumbo del país, es la ambivalencia del presidente. Si hiciéramos pasar a Ollanta por el Diagrama de Nolan –test político que permite localizar la ideología de una persona en base a ciertas preguntas- este nos arrojaría un resultado del tipo: “socialista obligado a actuar como de derecha con un nivel de confusión legendario”. Sí pues, como lo afirma Mirko Lauer (La República 25/02/14), “hay dos presidentes en uno”, uno que se reconoce como izquierdista y otro que entiende la necesidad de llevar adelante la marcha económica del país de acuerdo al contexto mundial. En este sentido, su esposa, la primera dama, es quien trata de enrumbar el gobierno –más a la derecha- secundado por el Ministro de Economía Luis Miguel Castilla -mucho más a la derecha-, los tres han formado un triunvarato que dirige el país, y por supuesto la pieza fusible en este organigrama es…ustedes ya saben quién es. Un presidente que no tiene convicciones políticas firmes, y menos económicas, permite que personas allegadas a él -su esposa- o funcionarios de menor jerarquía – Ministro de Economía- empujen este barco de 30 millones de peruanos, pregunto, para qué escogimos presidente entonces.

La presencia de Nadine Heredia en el Gobierno rompe una de las reglas básicas de la democracia, por la cual para detentar el poder público debes haber sido elegido por el voto popular en un proceso electoral libre, justo y competitivo. Debo decir también que si no estuviera ella, probablemente hoy estaríamos inmersos en una crisis política y económica, sin actores políticos que den la cara por el gobierno, carismáticos y con capacidad de adhesión. Tal vez sumidos en un caos; en realidad prefiero no imaginar cómo sería ese escenario. En fin, ella está en el gobierno porque él no puede sólo, por eso al final de este gobierno podríamos terminar agradeciendo su presencia más que maldiciéndola. Gracias Nadine.

Ahora bien, la verdad es que al Sr. César Villanueva se le reconoce su eficiencia y buen nombre que se ha ganado al mando de la presidencia regional de San Martín, es un buen hombre coincidieron todos cuando se lo nombró Jefe de Gabinete. Ahora que ya no está más, me pregunto si acaso esto es suficiente para tomar las riendas de un gabinete como el de este gobierno, con los poderes fácticos conocidos por todos, con indecisiones y falta de convicciones, pues no, no es suficiente ser un buen tipo, hay que tener carácter y adecuarse al ambiente político en el que se convive, un verdadero líder debe hacer esto. César Villanueva, a mi modo de ver, tampoco estuvo a la altura de las circunstancias por más que ahora diga que estaba trabajando por institucionalizar la administración y otras cosas. Fue en sus cortos 4 meses una figura opaca, invisible con su antecesor Juan Jiménez Mayor, salía poco a los medios y cuando lo hacía no decía nada contundente, peor aún se mostraba muy prudente y sosegado cuando se esperaba que respondiera a ataques o defienda al presidente de los insultos de la oposición, especialmente de Alan García, era obvio que el gobierno necesitaba a otro personaje que le diera los bríos que no tenía. Nadine Heredia se lo comió vivo, mientras Villanueva mostraba una actitud timorata y más parecía un tecnócrata que trabaja con la cabeza mirando al piso, ella trataba directamente con los Ministros –todos lo sabían- por ello es inverosímil leer en sus declaraciones de estos días, que él tenía el control de todo y que Nadine nunca interfirió en sus acciones y que a la primera que ésta le hizo se fue. Falso, se fue por decencia porque no pudo hacer nada en su corta estancia en el Ejecutivo, completamente atado de manos y obligado a ser un holograma representativo de algo que existe pero que nadie ve. Señores, un fantasma más se ha ido ¡Qué pase el siguiente!

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